La mayoría de los controles de alcoholemia y de drogas se realizan los fines de semana y por la noche.
También en fechas señaladas como en las Navidades y en las fiestas populares de los pueblos.
Una de las reglas básicas que todo conductor debe saber es que siempre, siempre, siempre hay que soplar en el etilómetro.
La razón es sencilla, mejor reventar el etilómetro a sabiendas de que nos hemos bebido hasta el agua de los floreros, que no soplar y que nos imputen un delito, aún más grave, que no es otro que la negativa a someterse a la prueba de alcoholemia.
La negativa a soplar tiene una pena que va de 6 meses de prisión a 1 año.
Si soplas, la cárcel va de 3 meses a 6 meses, es decir, nos «ahorramos» 6 meses.
Normalmente, el agente te pregunta si has bebido. Digas lo que digas, te va a hacer la prueba.
Primero, soplarás por un etilómetro de aproximación, y luego, si das positivo, te harán soplar otras dos veces en un etilómetro evidención o de precisión.
Entre estas dos últimas pruebas, han de pasar, como mínimo, 10 minutos.